Aquí es donde se cumple el mutuo acuerdo y aceptación entre el Aspirante y la Orden que lo acoge. No hay proclamas ni discursos, pues es un acto privado en el que el Aspirante manifiesta sus cualidades y deseos de pertenecer a la Milicia de Cristo, mitad monjes y mitad soldados.
La Orden dispone para este rito de tres representantes: El Maestro de Ceremonias (M/C), que regula, ordena y dirige el acto. El Capellán, que inquiere las virtudes cristianas y monacales del Aspirante, y el Maestro de Armas (M/A) que establece la idoneidad del soldado.
El recinto de la VELADA DE ARMAS es un lugar cerrado y amplio, restringido al público y no se permiten fotografías, ni grabación de imágenes o sonido.
El Acto ritual termina con las palabras del Gran Maestre:
“Sed bienvenidos a la Orden del Temple. Mañana recibiréis la investidura como Caballeros o Damas templarios y el mundo sabrá de vosotros y de vuestro compromiso. Sed fieles a vuestro juramento y luchad por un mundo mejor, siguiendo el Evangelio de Cristo y procurad la fortaleza de la Orden, para que por vosotros pueda desempeñar la misión que una vez le fue encomendada”