Mujeres Templarias
El artículo aportado por el prestigioso y erudito en la materia
Christopher Knight (que por cierto su apellido es verdadero, él siempre
lo ha considerado algo así como una premonición ya que Knight en inglés
significa Caballero) nos deja en el aire un interrogante sobre algo tan
intrigante, yo diría también apasionante, como es el tema de si hubo
mujeres en el Temple. Y en caso afirmativo cuál fue su función en la
Orden.
De entrada los historiadores siempre han obviado el tema, dejando en
todo caso de forma más o menos explícita la opinión contundente de que a
los templarios (como monjes que eran) les estaba vedada su compañía
menos en casos de fuerza mayor y, naturalmente, las labores de su
ministerio que incluía (como monjes guerreros, y caballeros que también
eran) su protección. Sin embargo multitud de relatos y testimonios
documentales parecen indicar lo contrario. Si aceptamos las tradiciones,
y esas leyendas transmitidas de generación en generación que algo de
verdad siempre tienen en su origen, esta idea cambia totalmente.
Tradiciones y leyendas nos hablan de templarios que tienen relaciones de
toda índole con mujeres y, lo que es más impactante por cambiar
totalmente nuestra imagen del Temple, mujeres mismas formando parte de
la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón.
¿En que forma o modo se integraron en la Orden las mujeres? Ese es el dilema.
En primer lugar, y la más aceptada seguramente por su fácil
adaptación a nuestra imagen del Temple, está la tesis de que formaban
bien una regla aparte, aunque paralela, a semejanza de otras órdenes
religiosas que siendo de hombres tenían a su vez una “versión” femenina.
O incluso que formaban parte de las mismas encomiendas suponiendo en
este caso, y en general todos los investigadores, que teniendo una vida
totalmente separada. Se trataría de las llamadas “damas del Temple” que
citan algunos autores.
Templaria
Según ese supuesto estas monjas Templarias realizaban trabajos de
hospital a semejanza de las actuales monjas-enfermeras, aunque algunas
veces se dedicaban a asuntos “femeninos” que iban desde la confección
los trajes de los Caballeros a trabajos agrícolas de cuidado de huertas o
preparación de alimentos como el queso (el queso, en una época en que
no existían las “raciones de combate” en los ejércitos, era parte
fundamental de la dieta en campaña por su facilidad de transporte y
almacenaje, su larga conservación y su valor nutritivo). También fue
aceptada al parecer su colaboración para recibir donaciones, algo así
como unas damas de la Cruz Roja de hoy en día, haciendo cuestaciones a
favor de la causa.
A favor de esta opción tenemos algunos documentos como el que cita a
una tal Acalais (nombre que debe leerse: Asalais al pertenecer a la
lengua de Oc) una mujer del Rosellón, que se entrega: “a Dios y a la
Santa Caballería de Jerusalén, el Temple, para servirles y vivir sin
bienes bajo la autoridad del Maestre”. En el mismo acto entrega como
donación su feudo de Villamolac, según se expresa con el consentimiento
explícito de sus dos hijos, deseando finalmente: “que Dios me conduzca
hasta la verdadera penitencia y a su Santo Paraíso…” (documento D´Albon,
LXVIII- 1133).
También dentro de este apartado podríamos incluir la teoría de que
las “damas” templarias estaban adscritas realmente al Priorato de Sión y
que el mismo pudo perfectamente ser no la secta o logia esotérica que
dicen muchos investigadores, sino simplemente una orden de Monjas unida
al Temple… Lo que parece francamente dudoso.
Hasta aquí nada excepcional en cuanto a este primer aspecto de la
inclusión de elementos femeninos en la muy viril Orden Templaria, aunque
sea un nuevo aspecto bastante desconocido de la misma.
Pero lo verdaderamente novedoso es la posibilidad de que hubiera
mujeres entre las filas de los combatientes. Pero… ¿realmente es algo
tan novedoso?
En la Orden del Temple sí, en la Historia desde luego no sería el primer caso semejante.
Dejando aparte casos excepcionales como el de Catalina de Erauso,
nuestra monja alférez, allá por el siglo XVII, tenemos un antecedente de
esta hipótesis: el de las gladiadoras que combatieron en las arenas de
los circos del Imperio Romano ocupando el lugar de gladiadores
masculinos. Y no olvidemos que pese a lo que parecen propagar las
películas los gladiadores eran algo así como una cofradía u orden
monástica, con un sentido religioso que no suele ser citado ni en los
libros de historia, aunque bien es verdad que su ingreso no era siempre
voluntario ya que muchas veces se obligaba a entrar en esa fraternidad
combatiente –y fraticida- a esclavos que reunieran ciertas aptitudes. En
todo caso como dijimos era un mundo de valores eminentemente masculinos
en el que sin embargo se “colaron” muchas mujeres y, también sin
embargo, hasta hace poco era un tema bastante desconocido, como si los
historiadores lo ignoraran. Seguramente por ser algo tan increíble que
parecía desprestigiar, por fantasioso, al investigador que lo afirmara.
Conocido, sin embargo, es el caso de Juana de Arco. Que luchó en
primera fila a caballo y con armadura, apenas cien años después de la
disolución oficial de los templarios.
¿Hay alguna pruebas de que mujeres combatieran en las filas del Temple?
El libro: The Latin Chronicle of the Kings of Castile, translated
with an Introduction and Notes by Joseph F. O'Callaghan (una crónica que
es la traducción del árabe al inglés de las obras de diversos autores
musulmanes españoles), Medieval & Renaissance Texts & Studies
vol. 236 (Tempe, AZ, 2002), en sus páginas: 49-56, hablan de la batalla
llamada de Al-'uqab, o "La Batalla", se trata de la batalla de Las Navas
de Tolosa. En ella intervinieron con gran coraje contingentes
templarios: “…estimulados por las hazañas de sus compañeras…”. La
traducción es al parecer inequívoca.
Además el cronista Ibn Abi Zar, que narró la batalla desde el punto
de vista musulmán, escribe: “Se plantó la tienda roja, dispuesta para el
combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó
sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda
por todas partes con armas y pertrechos. La zaga, con las banderas y
tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben
Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano, en filas, como
nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron
sobre ellos, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos,
quienes los cubrieron y combatieron terriblemente, todos los voluntarios
murieron mártires, sin quedar uno… cuando vieron que los voluntarios
habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate
arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran
más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los
persiguieron espada en mano, no siendo menos crueles las mujeres que
los hombres de la Orden que profanó el Templo de Salomón y sus santos
lugares… hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a
Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no
pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos
acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y
entraron en sus filas. Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante
de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin
moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él.
Murieron a su alrededor más de diez mil de los que formaban su guardia…
El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los
infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que
no se salvó uno de mil. Los heraldos infieles gritaban: Matad y no
apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él. Así que no hizo
el enemigo un solo cautivo este día.” (Ibn Abi Zar, Rawd al-quirtas).
El texto es elocuente y parece derribar dos mitos, el de la presunta
benevolencia con los vencidos en las batallas de la reconquista
española y el de que las mujeres no combatieron en la Orden del Temple.
Mujer Caballero
¿Contravenían la Regla templaria? Si la tomamos al pie de la letra,
sin duda que sí. Pero no olvidemos que muchas cosas pierden su sentido
fuera del contexto histórico en que se dicta, pudiera ser que en su
momento la interpretación fuera diferente. Además… donde hay una regla,
también hay excepciones. Realmente suena a pura fantasía, pero ahí están
los textos… y las tradiciones, que en diferentes lugares (norte de
España y Francia, principalmente) hablan de mujeres compartiendo la vida
común (aunque no dicen que en los mismos recintos) con los caballeros
del Temple.
Sin embargo llama la atención que en las actas de los diversos
procesos contra los templarios que desembocaron en la disolución de la
Orden no se cite esta camaradería combatiente como algo nefando o
pecaminoso, es más, ni siquiera se cita. Pero ello podría ser debido a
dos motivos, que no fuera considerado una falta –quizá hasta hubiera
alguna dispensa eclesiástica que no conocemos-. O que el hecho era ya
desconocido cuando fue disuelta la Orden, pues los textos que hacen
referencia a la participación en los combates de mujeres entre los
templarios son de principios del siglo XIII, mientras que la persecución
del temple fue ya en el XIV. Cien años son muchos años para una época
que los medios de transmitir información eran tan limitados.
Por otro lado tan dispar interpretación sobre la Orden y sus
estatutos llega a otros campos. Si nos atenemos al literal de las
presuntas “reglas” que han llegado hasta nosotros los caballeros
templarios, aparte de no lavarse, no se cambiarían de ropa interior que
debería estar compuesta básicamente por unos calzones de piel de oveja,
algo tan difícil de creer ya que otros testimonios de la época (que
algunos autores se empeñan en considerar literalmente como de verdaderos
“guarros”), nos afirman todo lo contrario. Quizá la verdad esté en que
las presuntas reglas del Temple sean eso, presuntas, y las que se
aplicaban realmente no han llegado a nosotros.
La Estela Mortuoria
Hasta la aparición de la estela que representa el combate de dos
gladiadoras: Achillia y Amazona (sin duda los nombres de “guerra o
artísticos” de las dos mujeres), y la posterior de la tumba de una
gladiadora en Inglaterra, el que hubieran existido mujeres en las arenas
de los circos se consideraba “pura fantasía”. A pesar de las evidencias
de diversos textos.
¿Habrá que esperar a la aparición de la tumba de una guerrera
templaria para dar crédito a que hubo mujeres combatiendo en las filas
de los monjes-caballeros?